Dolido, con
miedo,
contemplo tu camino hacia el Calvario,
arrastrando la pesada cruz,
cansado, agotado.
Mi mente,
cerrada a las ideas,
no comprende el por qué de tu Pasión.
Luego,
observo tu postrer suspiro,
clavado y humillado en el madero.
Los cielos, como nunca,
truenan rotos de dolor,
y el agua, que a torrentes se derrama,
mezclada con tu sangre lava el mundo.
Yo,
empapado de agua y de optimismo,
empiezo a vislumbrar la claridad
que ilumina mi apagado espíritu.
Genito
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