lunes, 11 de noviembre de 2013

AGRADECIMIENTO (Relato)

            El pasado verano tuve la ocasión de presenciar una escena que me emocionó, y me dejó una extraordinaria sensación de lo que una buena acción puede calar en el corazón de las personas.

            Me encontraba departiendo distendidamente con un buen amigo, cuando un sileño que lleva muchos años viviendo en Caldas de Montbuy (ya sabéis que los sileños tomaron un día  Caldas, sin pegar un tiro), de una edad como de ochenta años, más o menos, llegó a visitarle para darle las gracias, ya que no podía dárselas a su padre ya fallecido, por haber este colocado a su madre viuda -cuando él era un niño y había notado las dentelladas del hambre-, en un trabajo que le duró unos cuantos años.

            Aquel buen hombre, contó con detalle las circunstancias que en aquellos años concurrían en su madre, con dos hijos pequeños y sin ningún medio de vida, y se deshizo en elogios hacia  el progenitor de mi amigo, al que dijo muy agradecido, siempre había tenido en mente.

            Por su parte, mi amigo, vivamente emocionado por lo que le estaban contando  de su querido padre, al ver el sentimiento que se reflejaba en el rostro de aquel señor, se levantó de su asiento  y, agradecido a su vez, se fundió con él  en un entrañable abrazo.

                                                                Genito.

1 comentario:

  1. Preciosa historia. Me encantan estas historias tan secillas y tan humanas.

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