Te quise con locura y no llegaste
a ver que mi amistad
era pasión;
te amé de corazón,
profundamente,
sin que tú percibieras
mi rubor.
¡Vivías tan sobrada de placeres …!
¡Mirabas tanto a los
que te adulaban …!
que me viste a tu lado fugazmente
y nunca sospechaste
que te amaba.
Lo mismo que pasa la luna nueva
en honda noche
desapercibida,
así mi alma pasó sin
dejar huella
por tu existir,
ignorada y herida.
Tus risas, martillos de fino acero,
golpeaban insistentes
en mis sienes;
mil fantasmas sin
tregua me acosaban:
negros celos mordaces
e hirientes.
Hoy volvemos a vernos y el destino
te ha despertado de la
farsa aquella.
¡Te olvidaron tantos aduladores!
¡Tus castillos
resultan ser de arena!
Pero los años sentaron tu mente
y viendo tu semblante
intuyo penas.
¡Cómo padre de
afligido pródigo,
aquí me tienes con el
alma plena!
Te sigo amando como aquellos días
¡Vivamos un amor en
vida nueva!
Genito
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