Hoy
vengo a contaros dos anécdotas, de las muchas que se podrían contar de mi querido tío Hilario, el que como
muchos recordarán, estuvo bastantes años
de conserje en el Casinete; un hombre
simpático y campechano como pocos.
Pues bien: Asustado
por lo que se decía podría ocurrirle en los accidentados días de la guerra civil, se marchó a “Las Fábricas de Riópar”, para
quitarse del medio.
Como
quiera que fue echado de menos, y se habló en medios políticos de su ausencia,
fue informado de ello, y, temiendo represalias en personas de su familia,
decidió regresar.
Cuando
llegó a Siles, se presentó en el Ayuntamiento ante el Alcalde a la sazón, con
las siguientes palabras:
-Se
presenta Hilario Galdón Serrano, que viene de prestar servicio en Las Fábricas.
Y
la respuesta fue:
-¡A
la cárcel con él!
***
Otra
anécdota de mi tío Hilario, data de cuando sus hijos eran pequeños:
Uno
de ellos, bastante revoltoso, tenía a su madre aburrida con sus travesuras. Un
día hizo alguna trastada fuera de las habituales y, mi tía Pilar, como vivían
en el Casinete, lo cogió, se fue a la barra donde estaba su marido, y dijo a
éste:
-Hilario,
no puedo con este chiquillo; tienes que enseñarle los dientes.
Mi
tío, ni corto ni perezoso, miró al niño, y, levantando la voz, lo llamó: -¡Ven aquí!-.
Cuando lo tuvo enfrente se agachó, poniendo sus ojos a la altura de los de su
hijo, y uniendo el sonido a la acción, enclavijó los dientes, dijo con fuerza -¡eeenn!
…, y se los enseñó.
***
Hasta
un próximo día, amigos.
Genito.
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