martes, 29 de octubre de 2013

EL PUEBLO, CUANDO AMANECE (Poesía)


             (Romance)

   Llegan los claros del día,

el día ya está asomando,

la nívea luna de plata

se esconde tras claro manto;

allá por el horizonte,

contra las nubes luchando,

pujantes rayos de sol

intentan abrirse paso.

   Los nidos de los polluelos

amanecieron piando;

los insectos cobran vida

con su caminar cansado;

ardillas en La Glorieta

bajan confiadas del árbol,

dejándose contemplar

ajenas a los humanos.

    Los pájaros con sus trinos,

dulce musical regalo,

la tierra bañan de sones

sumergiéndola en su canto.

   Pintadas por los pinceles

de pintor aventajado,

radiantes están las flores

vistiendo hermosos los campos;

enjoyadas de rocío

cual bellas perlas temblando,

envuelven con su fragancia,

con su aroma delicado.

   La villa, calles desiertas

en el nocturno letargo,

empieza a bullir de nuevo

luego de haber despertado.

Pronto se anima y se nota

la actividad, el trabajo,

lo laborioso de un pueblo,

el alma de sus paisanos.

 

   Todo esto que os he descrito

son solo leves retazos

de lo peculiar de un pueblo;

de este mi pueblo serrano.

                                              Genito.

miércoles, 23 de octubre de 2013

AÑORANZAS (Relato)


            Cuando alguna vez hilvanando pensamientos recuerdo al Siles de mi niñez, no tengo por menos que reconocer nostálgicamente que han desaparecido muchos rincones y tradiciones que me hubiera gustado haber conservado para siempre.

            La devastadora piqueta del progreso para dotarnos de agua a domicilio, levantó la calle del Coso e hizo desaparecer la peculiar zanja revestida de piedra, que se deslizaba por el centro para llevar las aguas del “albercón”,  que regaban los huertos y jardines del pueblo.

            ¡Cuantas veces los chiquillos anduvimos la zanja, chapoteando en el agua o conduciendo barcos de concha de pino!

            Con el pretexto del riego, la calle Doctor Vigueras era una fiesta, el día que al agua le tocaba pasar por allí. Nuestras madres regaban la calle y aprovechaban el líquido elemento para fregar sillas y otros muebles; los chiquillos seguíamos con la “flota”, y salíamos casi siempre empapados por las escaramuzas que entablábamos, rociándonos, unas “partías” contra otras.

            Desapareció también por una lamentable decisión de la administración municipal, la fuente de dos caños y su grandioso pilar de la confluencia de las calles Mesones y Doctor Vigueras. ¡Qué lástima! Nunca debió perderse. Con un buen proyecto, para evitar que el agua que saltaba corriera por la calle, podría haber seguido allí adornando, y alegrándonos sus dos cantarines chorros.

            Algo que no debió ocurrir nunca fue tapar desde la carretera la vista de la Ermita de nuestro patrón San Roque. En mi opinión, debió permutarse el solar de la primera casa por el terreno situado a la derecha, cambiando el trazado del camino. Hoy, y por siempre, seguiríamos viendo nuestra Ermita desde allí.

            Aunque mucho, como ya he referido en alguna otra ocasión, no es arquitectónico todo lo perdido:

            ¿Qué fue de las “luminarias”? Víctima también del progreso,  prohibidas  cuando se pavimentaron las calles.

            El pueblo, encendido en las noches de La Candelaria, Santa Lucía, San Antón ó San Blas, juntaba a los vecinos alrededor de las lumbres, en cerco grande al principio y en pequeño círculo cuando las llamas extinguidas daban paso al rescoldo. Mayores y jóvenes disfrutaban con aquel ritual, y los últimos en retirarse, permanecían hasta altas horas, unidos en amigables charlas, mientras degustaban,  acompañadas de un traguillo, las “crillas” que habían estado asándose mientras tanto. Una deliciosa fragancia a romero se percibía  desde todos los rincones, inundando el ambiente sileño.
                                                                                                                                                                                                                                                                               
            Sé de ciudades que para conservar esta tradición tienen reservados lugares especialmente preparados para encender sus “luminarias”, sin miedo a que el fuego quebrante el pavimento.

            Otro recuerdo que siento haber perdido fluye a mi memoria: La plaza de toros de madera de la Plaza del Agua; y junto con el coso, añoro las sillas que ponían los vecinos atadas a los palos,  haciendo las veces de incómodas butacas; pero cuya incomodidad no notábamos enfrascados en el taurino espectáculo del que todos participábamos dentro o fuera de la arena.

            Así, suprimidas unas y reformadas mejor o peor otras, desaparecieron entonces y siguen desapareciendo hoy paños de muralla, calles angostas y otros vestigios del pasado que daban a nuestro Siles un gran encanto, para convertirlo poco  a poco en un pueblo moderno, sí, pero cada vez más carente de aquel tipismo que le distinguía.

            El corazón, conocedor de que lo moderno no es siempre lo más bello, se va entristeciendo con los recuerdos.

                                                                                              Genito.

sábado, 19 de octubre de 2013

MIS FOTOS (9)

Córdoba. Cristo de los Faroles


Córdoba. La Mezquita

Córdoba. Alcázar de los Reyes cristianos

miércoles, 16 de octubre de 2013

DOS ANÉCDOTAS (Relato)


 
            Hoy vengo a contaros dos anécdotas, de las muchas que se podrían  contar de mi querido tío Hilario, el que como muchos recordarán, estuvo bastantes  años de conserje en el Casinete;  un hombre simpático y campechano como pocos.

Pues bien: Asustado por lo que se decía podría ocurrirle en los accidentados días  de la guerra civil,  se marchó a “Las Fábricas de Riópar”, para quitarse del medio.

             Como quiera que fue echado de menos, y se habló en medios políticos de su ausencia, fue informado de ello, y, temiendo represalias en personas de su familia, decidió regresar.

             Cuando llegó a Siles, se presentó en el Ayuntamiento ante el Alcalde a la sazón, con las siguientes palabras:

             -Se presenta Hilario Galdón Serrano, que viene de prestar servicio en  Las Fábricas.

              Y la respuesta fue:

             -¡A la cárcel con él!

                                                                            ***

            Otra anécdota de mi tío Hilario, data de cuando sus hijos eran pequeños:

             Uno de ellos, bastante revoltoso, tenía a su madre aburrida con sus travesuras. Un día hizo alguna trastada fuera de las habituales y, mi tía Pilar, como vivían en el Casinete, lo cogió, se fue a la barra donde estaba su marido, y dijo a éste:

             -Hilario, no puedo con este chiquillo; tienes que enseñarle los dientes.

             Mi tío, ni corto ni perezoso, miró al niño, y, levantando la voz, lo llamó: -¡Ven aquí!-. Cuando lo tuvo enfrente se agachó, poniendo sus ojos a la altura de los de su hijo, y uniendo el sonido a la acción, enclavijó los dientes, dijo con fuerza -¡eeenn! …,  y se los enseñó.

                                                                             ***

            Hasta un próximo día, amigos.

                                                                                                                                Genito.

                                                                                                                                

domingo, 13 de octubre de 2013

TE QUISE CON LOCURA (Poesía)


  Te quise con locura y no llegaste

a ver que mi amistad era pasión;

te amé de corazón, profundamente,

sin que tú percibieras mi rubor.

 

   ¡Vivías tan sobrada de placeres …!

¡Mirabas tanto a los que te adulaban …!

que  me viste a tu lado fugazmente

y nunca sospechaste que te amaba.

 

   Lo mismo que pasa la luna nueva

en honda noche desapercibida,

así mi alma pasó sin dejar huella

por tu existir, ignorada y herida.

 

   Tus risas, martillos de fino acero,

golpeaban insistentes en mis sienes;

mil fantasmas sin tregua me acosaban:

negros celos mordaces e hirientes.

 

   Hoy volvemos a vernos y el destino

te ha despertado de la farsa aquella.

¡Te olvidaron  tantos  aduladores!

¡Tus castillos resultan ser de arena!

 

   Pero los años sentaron tu mente

y viendo tu semblante intuyo penas.

¡Cómo padre de afligido pródigo,

aquí me tienes con el alma plena!

 

   Te sigo amando como aquellos días

¡Vivamos un amor en vida nueva!

                                                            Genito

sábado, 5 de octubre de 2013

EL "HERMANO ANDRÉS" DEL PRADO JUAN RUIZ (Relato)


Entre las muchas cosas que he hecho a lo largo de mi vida, una de ellas ha sido la venta de vehículos; mejor dicho, la mediación en la venta.

En una ocasión, hace de esto bastantes años, enterado de que un serrano quería comprar una furgoneta, cogí mi coche y, por malos carriles, me fui a buscar la aldea del Prado Juan Ruiz, donde vivía mi posible cliente, el “Hermano Andrés”.

Como no conocía aquella zona, pasé por los aledaños de la aldea y seguí carril abajo, hasta el final del Barranco de la Espineda, desde donde me volví al informarme unos trabajadores que preparaban una calera, que el Prado Juan Ruiz me lo había dejado muy atrás.

Llegué por fin a la casa del “Hermano Andrés”, donde fui recibido con muchas atenciones por él y por su hijo Serafín, que iba a ser el conductor de la furgoneta; y como estaban bastante decididos a comprar, no me costó mucho trabajo convencerles de que la que yo les ofrecía era la mejor que podían adquirir, por lo que pronto tuvimos hecho el  trato.

No recuerdo cual era el precio del vehículo, pero sí sé que les pedí una entrega inicial de cinco mil pesetas, que el “Hermano Andrés”, pasando a una de las habitaciones del cortijo, salió con ellas inmediatamente y me entregó.

Y aquí ocurrió algo que me impactó muchísimo y que es la razón por la que hoy os cuento esta aventura:

Saqué una hoja de papel y empecé a escribir un recibo para entregárselo como justificante del dinero recibido, e inmediatamente que me vio la intención, me paro diciéndome:

            -Eugenio, no necesito recibo. Bastante ha sido que haya salido de usted hacérmelo, sin esperar a que yo se lo pidiera, para saber con quién estoy tratando. Con su palabra me basta.

            Así era el “Hermano Juan”, un hombre cabal donde los hubiera.

            Desde entonces, cada vez que bajaba a Siles, con su par de mulos, a comprar avituallamiento, nos veíamos, llegando a hacer una gran amistad. Cuando vencido por los años, se bajó con Serafín a Orcera, donde este se fue a vivir al casarse, le visité un día allí, y pude ver cómo  su cara se iluminaba de satisfacción al verme.

                                                                                                          Genito.

martes, 1 de octubre de 2013

NO SÉ SILES LO QUE TIENES (Rípios)


   No sé Siles lo que tienes,

que yo no puedo olvidarte;

a mi mente siempre vienes,

siempre suelo recordarte.

 
   Los juegos de la niñez,

soy feliz al revivirlos;

vivíamos con candidez.

¡Quién pudiera repetirlos!

 
   Aquella calle Somera,

junto a la Cuesta el Colegio,

aquel rincón, ya quisiera

tener hoy el mismo aprecio.

 

   Y recuerdo otros lugares,

puntos clave de reunión,

todos ellos singulares

y con gran animación.

 
   Las calles del Carrascal,

por la Fuente los dos Caños,

eran un sitio ideal

para nuestros pocos años.

 
   La vieja Plaza del Agua

y la Plaza la Verdura,

donde en consenso se fragua

más de una travesura.

Podría seguir mencionando

otros lugares y juegos,

pero habrá que ir recordando.

¡Tal vez continúe luego!

                                                             Genito