Era fría la noche;
bajo suave llovizna
andaba yo abstraído
entre bellas guirnaldas encendidas,
de diversos colores,
suntuosas, que adornaban la festiva
Navidad, iluminando la calle.
Caminaba sin prisa;
mi mente contemplaba al mundo
celebrando la venida
del Cristo que se encarnó por amor,
a pesar de su condición divina.
Sumido estaba en esos pensamientos
cuando en mi corazón brilló una chispa,
y ví más que el Belén:
Aquel Dios de mi dicha,
en destrozados pechos
renacía a la vida
encarnándose en ellos,
sufriendo junto a ellos sus desdichas.
Tan entrañable, pero más próxima,
la Navidad me pareció distinta.
Genito
Navidad de 2012
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