(Poema blanco de versos endecasílabos)
Nunca pude
esperar tal desenlace;
era tanta la dicha compartida,
que no hubo sitio para sospechar
que algo triste pudiera suceder.
Te fuiste de
mi vida una mañana,
tú que fuiste mi vida y mi consuelo,
y en hondo foso me quedé sumido,
carente de calor y de tu apoyo.
Dicen que el
tiempo borra la amargura,
que saca al alma de la depresión;
renacido, con
ganas de vivir
-y el tiempo no es quién me ha resucitado-,
hoy el mismo que tanto amaste soy, (*)
con la fuerza
que me da tu espíritu,
que me anima a seguir siempre en la brecha,
tal y cómo lo hubieras hecho tú.
Tu recuerdo
es mi vida y me sonríe,
de nuevo, vida, estás conmigo toda.
Genito.
(*) Licencia en “hoy-el”.
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