(Soneto)
Un día oscurecido,
tenebroso,
de ese otoño de tristes, cortos días,
la llama de mi instinto tú encendías,
después de aquel letargo tan penoso.
Mi vida sumergida
en hondo foso,
hasta ahora presa de melancolías,
afloraba como las melodías
salen al aire con su son precioso.
Pero aquel renacer
a una ilusión
de vida, tropezó con tu desplante,
dejándome sumido en confusión;
mi espíritu, con tu forma arrogante,
vino a caer en desesperación.
¿Cuándo brillará un sol que me levante?
Genito.
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