Soneto
Cuando observaba desde mi ventana
la cascada sutil de tu cabello,
que, dorada de sol, con su destello
brillaba refulgente esa mañana,
me pareciste sonreir ufana,
presumiendo de aquel tu encanto bello,
y mi mente sintió mirando aquello
que eras mi diosa Venus, mi tirana.
Porque al verte era tal el sufrimiento,
por mi amor que rayaba en la locura,
que cegó tu luz mi pensamiento,
sumiendo mi sentir en noche oscura.
¡Qué cruel fuiste con mi sentimiento!
¿Qué harás cuando se pierda tu hermosura?
Genito
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