las calles que estuvieron cubiertas
con el, salpicado de luces,
oscuro manto de cada noche,
comienzan a desperezarse;
mientras, el rubicundo sol
cada instante se hace más presente;
el día acaba llenándose de luz.
Con su diario ajetreo,
empieza a bullir el pueblo laborioso,
llenando la calle de vida y color.
Luego del medio día,
el de las sombras es mucho más intenso;
los de adoquín potentes reflectores
despiden calor intensamente,
deambular es toda una osadía,
y ya no se ve un alma
cual si un pueblo fantasma fuera.
Así es nuestro existir,
y también depende de las horas:
En las de apogeo, todo es hermoso,
lleno de luz, acción, optimismo, esperanza ...
En las bajas, el encanto se pierde,
la vida nos ahoga,
encerrados en nosotros, nos sentimos solos,
faltos de fe, sin ilusión ...
¿Como son nuestras horas?
Si a las bajas nos lleva el devenir
¡luchemos, podámosle a la vida!
Genito
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