Los de Siles anocheres gratos
tras el calor del agobiante día,
invitan a pasear, a expansionarse,
a gozar del ambiente con delicia.
Las otrora casi dormidas calles
ahora despiertan llenas de alegría,
se aproximan las estivales fiestas
y un ingente gentío les da vida;
vida efímera que se irá volando,
dejando un halo de melancolía,
volverán al silencio en el otoño
y volverá la vida a ser tranquila.
Así es este entrañable pueblo mío,
bonito y peculiar en gran medida,
pequeño, pero grande por su historia,
por su hospitalidad tan exquisita,
por su encanto, que a todos enamora,
por ese duende, en fin, que nos cautiva.
Genito.
11 Agosto 2017
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