(Romance)
dos dardos verde esmeralda,
en mis ojos se clavaron,
hirieron mi corazón y lo dejaron prendado.
Sí, me enamoré de
ti,
y sin dos veces pensarlo,
te invité a ver la ciudad
en un coche de caballos.
¡Qué mañana en el
recuerdo!
¡Que ilusión! ¡Con qué entusiasmo
disfrutamos los dos juntos
de aquel edén tan preciado!
El Callejón de las
Flores,
el Patio de los Naranjos,
y el Cristo de los Faroles,
envidiaron tus encantos;
y el embrujo de tus ojos
-los que a mí me cautivaron-
eclipsó a un rayo de sol
que iluminaba sus patios.
La joya de la
Mezquita,
cómplice de mis halagos,la visitamos despacio
apretadas nuestras manos;
manos que fueron cariciaspaseando el Puente Romano;
y en un rincón del jardín
del bello Alcázar Cristiano
parado el tiempo quedó
cuando, inmersos en
la historia,
con gran fruición nos besamos.
Hoy recordando
aquel día
de una mañana de Mayo,
conservamos el rescoldo,
sigue nuestro amor intacto.
Genito.
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