¡Cruel soledad
que me torturas,
y, una tras otra,
mis horas entristeces!
¡Triste soledad,
destino triste,
que ciegas mi ánimo,
mi espíritu empobreces
y, cual diestro ladrón,
robas mi aliento,
te llevas la ilusión,
y dejas mi alma
vagando en un desierto!
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