Nos negaban la
crisis,
a ciegas la negaban;
cuando se hizo presente entre nosotros
ya no hubo forma humana de pararla.
Empresas sin
recursos
caían en la danza,
y el sufrido, débil trabajador
era el que, como siempre, lo pagaba.
Viendo el río
revuelto,
empresas sin entrañas
simulan deficientes resultados,
corren cerrojo y llevanse tajada.
Banqueros
codiciosos,
políticos de paja,
se aprovecharon del débil momento
y se inflaron barriendo para casa.
Hubo otros que
pensaron.
-Blindada está mi causa.
Y robaron a diestro y a siniestro
sin sonrojarse, sin temer por nada.
El fantasma del
paro
se ha extendido a sus anchas
por los confines de la piel de toro,
y son miles las almas afectadas.
Se ven casos
extremos
de gentes extenuadas,
resistiendo merced al gran cariño
de grupos de personas voluntarias.
¿Cuándo esto
acabará?
¿Cuándo será el mañana
en que suenen triunfantes las trompetas
anunciando el final de aquesta lacra?
Genito.
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