Abril ha nacido;
de oscuros vellones amanece
el día,
sin que de Eolo el soplo
logre desplazarlos.
Las del cielo copiosas fuentes
pugnan por quedarse,
y en rasgo de ira, bañan
torrenciales calles y
arboledas.
Pero es lucha vana:
los dormidos días del
invierno
se van despertando lenta,
pausadamente,
sacudidos por la inexorable
primavera.
Fragantes, tiernas, delicadas, bellas,
nacen de nuevo a millares
flores,
alegres, llamativas;
bullen los insectos, las
aves…,
la vida toda muestra su armonía.
Y a la vida canta la verde estación;
cantan los jilgueros, las fuentes, los ríos …,
y en el campo el viento su
silencio canta.
Mientras del cerezo
nacarinas hojas,
recubren el suelo cual manto
de nieve.
Genito.
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