(Romancillo)
luces
deslumbrantes
hirieron las
nubes,
afloraron
sangre;
infernal tormenta,
relato de
Dante,
anegó mi
vida,
náugrafa de
mares.
Cual rayo fugaz,
un miedo
impensable
sacudió mi
cuerpo
en crítico trance.
Y temí que Apolo
nunca más
brillase,
perdidos sus
rayos
en aquel
combate,
más luego,
febril,
entré en una
fase
de intenso
calor
con un sol
radiante.
Cuando desperté
-mañana
brillante-,
tras bellas cortinas
lucía la
calle,
y las golondrinas
con sus
trinos suaves,
disipaban
miedos,
fantasmas
triviales.
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