Contemplando absorto, ensimismado,
del mar sus bravas olas, que morían
en la playa, en aquel precioso día
de Septiembre, con cielo encapotado,
pasaste muy galana por mi lado,
derrochando elegancia y simpatía,
y un ¡hola! que era toda una armonía,
me dijiste con el mayor agrado.
Desde entonces, yo vivo obsesionado
y en mi mente te llevo noche y día,
mientras sigo buscando la alegría
que perdí junto al mar, enamorado.
Siempre vuelvo, de las olas al lado,
buscando otro ¡hola! que feliz me haría,
pero yo sé que busco una utopía.
¡Cuánto me duele no haberte logrado!
Genito
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