viernes, 9 de noviembre de 2018

A CRISTO CRUCIFICADO (POESÍA)


     No es la del cielo suprema promesa
la que me mueve a darte mi amor tierno,
ni me mueve el abominable averno
para dejar toda maldad apriesa.

     Tú me mueves, Señor, muévome presa
de observar en la cruz tu amor superno,
muéveme ver tu cuerpo, Dios eterno,
escarnecido por la turba aviesa

     Muéveme, en fin, tu amor, y de tal modo
que te amaría si no hubiera cielo,
y también si el infierno no existiera.

     Y no tienes que agradecerme todo,
porque aunque no esperara lo que anhelo,
en amarte sería la primera.

                                                 Genito.

                        Es este un símil del famoso soneto anónimo, “No me mueve mi Dios para quererte…”,  obra maestra de la poesía mística española, atribuido a Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Juan de Avila y algunos autores más; pero  escrito en el siglo XXI, en el que un soneto con rimas verbales, no se considera un buen soneto
                                                                      

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