Desde que te ví,
desde que la vida me dio conocerte
-ese grato privilegio-,
has sido tú siempre la hermana mayor;
la hermana mayor acogedora,
la hermana cariñosa, desprendida,
en la que nunca vimos un mal gesto,
la que su casa siempre fue de todos.
Y también,
la que cuando empezó a sentirse mal
no quería llamadas,
y la que, no obstante, nos llamaba
porque su Geno era algo suyo.
Ahora te has ido a gozar de Cristo,
y estará tu espíritu más cerca de nosotros.
¡Ayúdanos siempre!
Nosotros no te olvidaremos nunca.
Genito.
14 de Junio de 2018
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