la noche, que tantas horas en vela me acompaña,
guarda en su seno, flanqueada de estrellas,
la blanca, refulgente y pura luna,
que impera como reina indiscutible.
Cuando buscando relajarme salgo
y a ella me enfrento desde mi terraza,
me mira inquisidora y sonriente
recordándome mis de antaño andanzas,
con ella de testigo imperturbable:
Noviábamos los amigos,
y luego de deambular
las calles de nuestras chicas,
acabábamos sentados, cada noche cual ritual,
en nuestra Plaza del Agua,
con el fondo cantarín de los caños de su fuente.
*
En la noche de San Juan -ese emblemático día-,
atenta nos observaba, cómplice ella con su luz,
en la cosecha de rosas, que adornarían con estilo
las ventanas o balcones de nuestras chicas soñadas.
*
Solo esto dos muestras son
de las noches que tú luna, a mi vida diste luz;
otras luces,
que marcaron para siempre mi vivir,
se me abrieron meditando;
también de testigo tú.
Genito.
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