Soneto
Amanece exultante
la mañana
que anuncia glamurosa el nuevo día;
mis sentidos se cargan de energía,
¿harán que la jornada sea liviana?
La brisa suave de
la hora temprana,
acaricia mi cara; yo diría
que todo en derredor es armonía.
Así comienza mi vida cotidiana.
Mi reloj, que horas
tiene raramente,
con el tiempo me tiene siempre en lucha,
y salgo yo perdiendo en la aventura.
Ya de noche, cuando
descansa mi ente,
hablo con Dios –el que siempre me escucha-,
y le entrego cuanto hago en mi andadura.
Genito.
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