El azadón que al
cielo levantaba,
con secos golpes cavaba la tierra,
contra la que luchaba en sorda guerra
bañado todo el cuerpo de sudor.
Cuando este
ardiente sol llegue al ocaso
habré acabado la dura jornada
y habrá una sepultura terminada;
¿quien vendrá a ser su infausto morador?
Así pensaba aquel
sepulturero
enjuto y del trabajo muy curtido,
a aquel luctuoso campo muy unido,
con los féretros familiarizado.
No suponía lo que
le esperaba:
el peso del trabajo le hizo mella,
sintiose mal, con tan fatal estrella
que la tumba estrenó que había cavado.
Olvidamos
que
la vida
tan
querida,
pasará.
Procurando
ser
honesto,
el
gesto
nos
llenará.
o llenas de
suciedad,
no
lleguemos a otra vida;
no se nos
perdonará.
Genito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario