(Soneto alejandrino)
cual tirano abusaba del apagado invierno,
creyó que su dominio
podría ser eterno,
y en exceso confiado, sumiose en alegrías.
Las cargadas
borrascas aunaron energías,
y aliadas con mil vientos furiosos cual galerno,
plantaron sus reales y armaron un infierno,
logrando que el invierno saliera de agonías.
En los resecos
campos con alegría llueve,
o los viste de blanco la suave y frágil nieve;
ataca con sus olas enfurecido el mar,
cobrando caros precios bien a nuestro pesar.
Y es que, aunque se ha dormido este año el temporal,
despierta y sale al fin con su gran potencial.
Genito.
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