humano sin dejar de ser divino,
y que vienes mostrándome un camino
de santificación y de alegría,
no exento de espinas, día tras día;
no permitas, Señor, que el
torbellino
de esta vida con tanto desatino,
desvíe el rumbo de la nave mía.
Y cuando llegan las complicaciones,
cuando tantas fatalidades surgen
haciendo tambalear mis
convicciones;
cuando mi razón no admite razones
y las dudas de tu existir resurgen,
sostén mi fe, oh Dios, ¡no me
abandones!
Genito.
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