sábado, 16 de agosto de 2014

PREGON DE LAS FIESTAS DE 2.014 (SILES, MI PUEBLO)

     Este año 2014, el día 13 de Agosto, he tenido el honor de ser el  Pregonero de las Fiestas de mi pueblo, Siles, que se celebran en honor de los Patronos Ntra. Sra. de la Asunción y San Roque.

     A continuación publico el pregón, que es un poema en forma de silva, en el que describo muchos de los hechos sucedidos en la vida cotidiana de este pueblo, desde mi niñez hasta hoy:


                     S i l e s

  Pregón de las Fiestas, 2014

 

    Atendiendo gustoso y complacido

la atenta invitación,

que, amable, me ha ofrecido

nuestra Corporación,

hoy vengo a presentarme ante vosotros

sileños estimados

y queridos foráneos adoptados,

para intentar narrar

estas palabras desde el corazón,

escritas con la mayor ilusión,

tratando de traer a la memoria

mil vivencias, hechos y sucedidos

en Siles acaecidos,

que forman parte ya de nuestra historia.

                            *

   Muchos de los que estáis

presentes hoy aquí,

os marchásteis un día

dejando al alejaros

del alma algún jirón;

por eso aprovecháis

las fiestas del Patrón,

para con nuestro pueblo

gozosos reencontraros.

     Donde quiera que estéis

vuestra casta sileña mostraréis:

                   *

   Parodiando que casi medio Siles

de Caldas se había posesionado,

mi buen tío Hilario,

sileño de casta como el que más,

que recuerdo y admiro,

decía con humor y desenfado:

¡sin disparar un tiro

los sileños Caldas hemos tomado!

                  ***

     Y… entremos ya en el tema:

     Cual pantalla que imágenes mostrara

de todo lo que yo os vengo a contar,

os invito a que imaginéis conmigo

lo que en este pregón va a desfilar.

   Que disfrutéis de agradable rato,

que os llenen los recuerdos de alegría

y que todo os resulte lo más grato.

                       *

   Y ya que en la entrañable “Plazalagua”

estamos celebrando,

empezaremos viendo

algunas de los cosas agradables

que a su cobijo han ido sucediendo.

                            *

    ¿Quién no recuerda de los ya mayores

esa posada  del hermano Juan,

en la que el forastero se alojaba?

¡Y qué buena acogida allí encontraba!

    Afilador, arriero, enlañador,

lotero, quincallero,

“ceacero”, pellejero,

trapero y aneador;

el manchego quesero,

el que vendía azafrán

y muchos más oficios,

buscaban techo allí.

                            *

   Mirad precisamente ese que sale

bien tocado con gorra de  visera,

con blusa gris vestido,

de pana el pantalón;

blanca camisa con tirilla al cuello,

calzado de esparteñas

y al hombro un buen cajón,

que va a intentar vender su mercancía

y  dice en su pregón:

         “¡-Azafrán bueeno, especias,

         canela, pimienta  y clavooos,

         nuez moscada, matalauva

 y cominooos!”

“¡-Fino pimiento moliooo!”

                   *

   Nosotros los pequeños

gustábamos jugar con el final:

¡-Yo me siento moliooo!

Lo veíamos más original.

                            *

    Y como estamos hablando  de oficios,

mirad, vamos a ver

esos artistas que con el buen tiempo

la plaza es su taller:

   Ese que veis ahí en banco sentado

-un banco peculiar sin duda alguna-,

tiene en las manos suelas de alpargates,

que manualmente cose una por una.

Diestras mujeres trabajan al lado,

manejando piezas de ese calzado;

cosen suela con cara

y entregan el producto terminado.

                            *

   Sentados bajo el sol,

junto a la puerta enorme

de aquella cárcel que en la plaza había,

un matrimonio de aneadores diestros,

vecinos de la calle de la Villa,

mueven uno un sillón y otro una silla;

se los trajeron hoy al medio día

y hoy han de terminarlos todavía.

                            *

   Está el afilador de los cuchillos

en piedra de amolar que a pie se mueve;

el que ha tendido al sol las habichuelas,

y el que, desde las nueve,

aprovechando que hay algo de viento,

en aventar garbanzos pone intento.

                            *

   Muy lejos en el tiempo, contemplamos

esa mujer con moño bien tocada

-abuela o madre nuestra-,

mandil a la cintura

y cántaro al ijar,  

que llega hasta la fuente  con premura,

para, guardando cola,

llevar hasta su hogar

el agua tan preciada

que no puede faltar.

Vemos ente tanto, mientras la espera,

corrillos que forman el mentidero,

de donde las noticias van volando

y de ellas el pueblo se va enterando.

   No faltan las trifulcas,

ni se echan de menos las discusiones

con  alguna pelea manos al moño:

-… Porq’a mí m’han “contao”

que vas diciendo que m’hija está “preñá”

¡y eso es una mentira!

¡Y te voy a arrastrar, so deslenguá!

                            *

   Al pilar de la fuente, abrevadero,

sediento se aproxima ese borrico,

a saciarse bebiendo el agua clara.

   A aquel pilar “enorme”, a corta edad,

el que esto relata se cayó un día;

infantil e indefenso hoy sigo vivo

gracias a una mujer

que diestra y decidida,

me sacó de un puñado hecho una sopa.

Suerte que al escurrir

solo escurrieron mi mojada ropa …

                            *

   Dejamos esa escena y contemplamos

la plaza invadida por cerdos cien;

pero nadie se extraña, eso es así;

es muy raro el vecino

que de uno no dispone

por su preciada carne,

excelente manjar.

Temprano la mañana

abrimosle la puerta,

y bien mandado él

la plaza va a buscar,

donde halla al porquero que ha los guardar.  

   Pero aún es mas curioso

 al caer de la tarde,

al regresar del campo

y en las calles entrar,

ver como cada uno

enfila su camino,

que le lleva hasta casa a pernoctar.

                            *

   Y … ¿mientras estos eventos pasaban,

los chicos donde estaban?

Sumidos en sus juegos

siempre cerca de todo se encontraban.

La plaza era lugar

ideal para jugar:

   En lo alto de la cuesta,

como veis, han  colocado la pita,

y allí una y otra vez

la lanzan con tesón.

Se agachan  esos otros,

con las bolas liados,

y así las horas juegan

al triangulo o al guá.

   A veces –ahí se ven-,

se inclinan por el futbol,

y mueven el balón o la pelota

para marcar su gol.

De pronto alguien avisa:

¡Los dos municipales!;

quedó la plaza sola.

-Manolico y Amancio:

Hoy no cogísteis bola.

               *

   Recordaréis amigos queridos,

que  los municipales,

ponían gran tesón

para lograr quitarnos

el preciado balón.

                   **

   Pero ved mas escenas de los juegos

que en la plaza vivíamos los chicos:

esos al marro juegan,

con urda corren estos,

con el tejo o la comba están aquellas;

laco, máisa, Sevilla, remo, rulo,

vinagrera, cuatro esquinas, la zompa,

lillo palillo, cangreje, los santos,

un pez y navegar …

¿Ahora? Diría que juegan a nada:

¡con whatsApp y la Play, haba contada!

                            *

   Pasamos ahora a observar

-la plaza por magnífico escenario-,

el toreo de vaquillas,

festiva diversión del vecindario:

mirad bien ese astado

que sin permiso ha entrado en la posada,

y con gran regocijo,

saca una colcha en  cuernos enganchada.

                            *

   ¡Ay, ay, ay, que lo pilla!

¡Qué poco  le faltó!

Gracias que anduvo listo

y al agua del pilar se zambulló.

                            *

   Ese que corre y salta la barrera

huyendo del astado,

ese, es Tomás González,

de gran casta torera.

   Vemos otro que salta a la garrocha

por encima del descomunal bicho,

y ese joven que quiebra a la vaquilla

y deja al animal en entredicho.

   Y como esos hay mil, ¡todos igual!;

que la gente de Siles

es de suyo torera,

y la fiesta es para ellos un ideal.

                            *

   ¿Qué decir de aquellos prolegómenos

que al otro lado de la pestillera,

se organizaban colocando sillas

que eran nuestro anfiteatro de primera?;

y mientras nos comíamos los “torraos”

que vendían los padres de Josete,

veíamos las vaquillas “encantaos”.

                            *

   Festejo de alegría

y singular solera,

al que el implacable progreso fiero

le rebajó el encanto –en mi opinión-,

que en la plaza tenía,

aunque se ganara en presentación.

                            *

   ¿Qué es esa algarabía

que se oye por la calle?

¡Arrea, el “tío los zancos”

seguido de desfile original!

¡El circo está en la plaza; qué ilusión!

¿Os venís? ¡Quiero ver la instalación!

                    ***

   Sigue la plaza siendo,

sin que haya duda alguna,

punto de referencia y calidad.

Cambiaron muchas cosas,

pero hoy tiene otras nuevas

que le dan encanto, solemnidad.

Mirad sino esa estampa

que llegando el verano,

nos ofrece coqueta

la noche al asomar,

cuando toman el fresco

los vecinos sin prisa,

charlando de mil cosas

durante el trasnochar.

                            ***

    Y como no solamente en la plaza

las situaciones tenían lugar,

paso a hablaros ahora

de tantas cosas que hay para contar:

                            *

   ¿Quién no se acuerda de las luminarias?

                            *

   En las noches con cielo de carmín,

resultaba muy grato trasnocha,

participando alrededor del fuego;

absortos los chiquillos en el juego,

conversando los mayores sin fin,

con el alma y el cuerpo distendidos

¡Como añoro esas noches!

   Y luego, cuando el fuego refulgente

daba paso a la brasa incandescente,

y el ambiente tornaba a ser tranquilo,

gustábamos de asar aquella crilla,

que no regábamos con un Montilla,

pero sí con vino de los Canales,

que a Siles lo traían a raudales,

sirviendo los comercios de la villa.

                            *

   ¿Cómo empezaba todo?

                            *

   Los actos por la tarde comenzaban

cuando chicos y grandes se marchaban

-teníamos vacaciones los chiquillos,

porque si no haríamos “novillos”,

de modo que los maestros aceptaban-.

   Que la gente marchaba, os decía,

a la montaña en busca de romeros,

y en el monte, amigos y compañeros

se esforzaban en preparar su haz,

con diligencia y camaradería.

   Haz a cuestas, antes de anochecer

volvíamos el camino a recorrer,

y claro, por la noche en luminaria,

ritual por San Antón o Candelaria,

los romeros veníamos a ofrecer.

                            *

   Noches de magia aquellas, deliciosas,

con calles perfumadas

del envolvente aroma del romero,

tan agradable como el de las rosas.

                            ***

        La noche de San Juan es otro evento

que ha quedado sumido en el olvido;

para la gente joven

era aquel un pasaje muy querido.

   Las chicas esperaban ese día

con la ilusión de que el que les gustaba,

cuando la oscura noche se cerraba,

le diera prueba de que la quería.

                            *

   Resultaba bastante complicado

conseguir rosas en aquellos años;

mas, con gran interés

buscábamos por uno y otro lado,

en los rosales de los aledaños.

   Obstáculos y setos sorteando,

era raro el lugar en aquel día

al que no terminábamos llegando.

¡Qué trabajo costaba! ¡Madre mía!

 

   Cuando  la claridad no acompañaba,

casi a tientas abriendo bien los ojos,

el que más y el que menos se afanaba

en conseguir su ramo

de rosas primorosas,

que luciría la mujer que amaba.

                            *

    Mas no solo era aquel ramo agradable

lo que en aquella noche se ofrecía;

también había cosas

no del gusto de quién las recibía:

   A aquella que alocada mas bien era,

le colgaban una rama de higuera;

y la que por alegre se excedía,

con sarmiento de parra amanecía;

para las “rotenmeyer” hueso había.

                            *

   Preciosa noche aquella de San Juan

de amor y de ilusiones saturada;

como otras cosas más

por todos fue olvidada.

                            ***

   ¿Hacemos un somero recorrido

por las calles de Siles,

recordando lo desaparecido

que ha quedado sumido en el recuerdo,

o lo que es peor, en el olvido?

                            *

   Pienso ahora en la fuente de dos caños

que adornaba la calle Los Mesones

allá en el Carrascal;

a donde, como en la Plaza pasaba,

a recoger el agua se acudía

con cántaros y cubos, cada día.

Un símbolo para aquel barrio era.

¡Qué lástima que desapareciera!

                            ***

   Para regar las huertas

que se encontraban en el casco urbano,

el agua de la fuente del Concejo

surcaba por las calles,

los días calurosos del verano.

   Aquello era una fiesta:

   Como el agua la tenían a mano

pasando por las revestidas zanjas,

las siempre laboriosas mujeres

y mucho vecindario,

se afanaban en friega de somieres

y de otro mobiliario.

                   *

   Los niños festejábamos el día

preparando nuestros barcos de concha,

y del cole al salir,

iniciábamos larga singladura

por todo el acueducto,

con final en la desembocadura,

donde el agua a los huertos se metía.

                            *

                            *

      En la Cuesta el Colegio, en los poyatos,

pasábamos los chicos buenos ratos

jugándonos los santos o tebeos;

detrás en el rincón

ante la tienda de José Canales,

al salir de la escuela se juntaba

un montón de zagales,

que pasaban la tarde entretenidos,

siempre ajenos a lo que les rodeaba.

                            ***

   Otra cosa que trae grato recuerdo

de las cálidas tardes del verano,

es aquel hombre de baja estatura,

que llevaba garrafa de la mano,

y que gritando por cualquier esquina,

sus helados vendía con frescura:

¡Mantecado helado! ¡Al rico chambi!

Machaco fue simpática figura.

                            *

   Algún otro sileño pintoresco

podemos recordar:

Muleras, malvavisco nos vendía,

Eugenio, las sardinas pregonaba,

la abuela Plina nos enjalbegaba;

el Cuervo, las sartenes nos hacía;

la Rita, paloduz nos ofrecía.

                     ***

   Con el auge de la televisión

se cerraron  los cines de los pueblos.

¿Recordáis la gente amontonada

en la taquilla del cine Principal

para lograr entrada,

porque no había  nadie que pudiera

organizar una cola ordenada?

                            *

   ¿Y el poco civismo de los jóvenes

que a tope el “gallinero” lo llenaban,

que cuando a veces se cortaba el cine,

sin calma protestaban,

y en el suelo de tablas pataleaban?

                            *

   Al descanso, salíamos a comprar

de aquellas de la bola una gaseosa;

o,  en la tienda de  María Narciso,

pipas o cacahuetes,

que era algo muy preciso.

                            ***

   Y para terminar

dejo el cine pasándome a la feria:

                            *

   Algo que deparaba buenos ratos

y que con añoranza se recuerda,

eran los animales en la cuerda

y el estira y afloja de los tratos.

                            *

   Ramonet, genial,  hacía su Agosto,

vendiendo con su charlatanería;

la gente a sus palabras sucumbía,

y muchos, con más o menos costo,

un buen lote de mantas conseguía.

                            *

   Entonces no pasaba como ahora

que cada jueves tenemos joyero;

en la feria venía Diego Mula,

que era de los feriantes el primero

y traía la joya encantadora

y el reloj más certero.

                            **

   Las cosas cambian sin contemplaciones:

Ramonet por el cielo está vendiendo,

allí está Cascabel fotos haciendo

y Diego Mula va engarzando estrellas.

                            **

    Ahora nuestra feria ha variado mucho,

totalmente distinta, al parecer;

en la carpa se ofrecen  nuevas cosas

y no se echa de menos lo de ayer:

   Nos canta Leo Rubio

ó Cristina Romera,

y nos baila el genial Grupo San Roque

folklore de primera.

                            *

   Y es que el duende festivo no se acaba;

mejor, cada año se rejuvenece.

                       *

   Mientras, Siles, acogedor ofrece

una franca hospitalidad sin traba,

que todo el que aquí llega se merece.

                            ***

    Y me despido amigos:

¡Que paséis días inenarrables

y que gocéis con las cosas nuestras,

que son incomparables!

                            *

 

   No falten vivas, como colofón:

¡Viva nuestra Virgen de la Asunción!

¡Viva nuestro San Roque,

muy querido Patrón!

¡Que vivan nuestras fiestas!

                            *

¡Viva Siles, de todo corazón!

                                                  13 de Agosto de 2014

                                                  Genito.

 





 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


  





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