Este año 2014, el día 13 de Agosto, he tenido el honor de ser el Pregonero de las Fiestas de mi pueblo, Siles, que se celebran en honor de los Patronos Ntra. Sra. de la Asunción y San Roque.
A continuación publico el pregón, que es un poema en forma de silva, en el que describo muchos de los hechos sucedidos en la vida cotidiana de este pueblo, desde mi niñez hasta hoy:
S i l e s
Pregón
de las Fiestas, 2014
Atendiendo
gustoso y complacido
la atenta
invitación,
que, amable, me
ha ofrecido
nuestra
Corporación,
hoy vengo a
presentarme ante vosotros
sileños
estimados
y queridos
foráneos adoptados,
para intentar
narrar
estas palabras
desde el corazón,
escritas con la
mayor ilusión,
tratando de
traer a la memoria
mil vivencias,
hechos y sucedidos
en Siles
acaecidos,
que forman parte
ya de nuestra historia.
*
Muchos de los que estáis
presentes hoy
aquí,
os marchásteis
un día
dejando al
alejaros
del alma algún
jirón;
por eso
aprovecháis
las fiestas del
Patrón,
para con nuestro
pueblo
gozosos
reencontraros.
Donde quiera que estéis
vuestra casta
sileña mostraréis:
*
Parodiando que casi medio Siles
de Caldas se
había posesionado,
mi buen tío
Hilario,
sileño de casta
como el que más,
que recuerdo y
admiro,
decía con humor
y desenfado:
¡sin disparar un
tiro
los sileños
Caldas hemos tomado!
***
Y… entremos ya en el tema:
Cual pantalla que imágenes mostrara
de todo lo que
yo os vengo a contar,
os invito a que
imaginéis conmigo
lo que en este
pregón va a desfilar.
Que disfrutéis de agradable rato,
que os llenen los
recuerdos de alegría
y que todo os
resulte lo más grato.
*
Y ya que en la entrañable “Plazalagua”
estamos
celebrando,
empezaremos
viendo
algunas de los
cosas agradables
que a su cobijo
han ido sucediendo.
*
¿Quién no recuerda de los ya mayores
esa posada del hermano Juan,
en la que el
forastero se alojaba?
¡Y qué buena
acogida allí encontraba!
Afilador, arriero, enlañador,
lotero,
quincallero,
“ceacero”,
pellejero,
trapero y
aneador;
el manchego
quesero,
el que vendía
azafrán
y muchos más
oficios,
buscaban techo
allí.
*
Mirad precisamente ese que sale
bien tocado con
gorra de visera,
con blusa gris
vestido,
de pana el
pantalón;
blanca camisa
con tirilla al cuello,
calzado de
esparteñas
y al hombro un
buen cajón,
que va a
intentar vender su mercancía
y dice en su pregón:
“¡-Azafrán bueeno, especias,
canela, pimienta y clavooos,
nuez moscada, matalauva
y cominooos!”
“¡-Fino
pimiento moliooo!”
*
Nosotros los pequeños
gustábamos jugar
con el final:
¡-Yo me siento
moliooo!
Lo veíamos más
original.
*
Y como estamos hablando de oficios,
mirad, vamos a
ver
esos artistas
que con el buen tiempo
la plaza es su
taller:
Ese que veis ahí en banco sentado
-un banco
peculiar sin duda alguna-,
tiene en las manos
suelas de alpargates,
que manualmente
cose una por una.
Diestras mujeres
trabajan al lado,
manejando piezas
de ese calzado;
cosen suela con
cara
y entregan el
producto terminado.
*
Sentados bajo el sol,
junto a la
puerta enorme
de aquella
cárcel que en la plaza había,
un matrimonio de
aneadores diestros,
vecinos de la
calle de la Villa,
mueven uno un
sillón y otro una silla;
se los trajeron
hoy al medio día
y hoy han de
terminarlos todavía.
*
Está el afilador de los cuchillos
en piedra de amolar
que a pie se mueve;
el que ha
tendido al sol las habichuelas,
y el que, desde
las nueve,
aprovechando que
hay algo de viento,
en aventar
garbanzos pone intento.
*
Muy lejos en el tiempo, contemplamos
esa mujer con
moño bien tocada
-abuela o madre
nuestra-,
mandil a la
cintura
y cántaro al
ijar,
que llega hasta
la fuente con premura,
para, guardando
cola,
llevar hasta su
hogar
el agua tan
preciada
que no puede
faltar.
Vemos ente
tanto, mientras la espera,
corrillos que
forman el mentidero,
de donde las
noticias van volando
y de ellas el
pueblo se va enterando.
No faltan las trifulcas,
ni se echan de
menos las discusiones
con alguna pelea manos al moño:
-… Porq’a mí
m’han “contao”
que vas diciendo
que m’hija está “preñá”
¡y eso es una mentira!
¡Y te voy a
arrastrar, so deslenguá!
*
Al pilar de la fuente, abrevadero,
sediento se
aproxima ese borrico,
a saciarse
bebiendo el agua clara.
A aquel pilar “enorme”, a corta edad,
el que esto
relata se cayó un día;
infantil e
indefenso hoy sigo vivo
gracias a una
mujer
que diestra y
decidida,
me sacó de un
puñado hecho una sopa.
Suerte que al
escurrir
solo escurrieron
mi mojada ropa …
*
Dejamos esa escena y contemplamos
la plaza
invadida por cerdos cien;
pero nadie se
extraña, eso es así;
es muy raro el
vecino
que de uno no
dispone
por su preciada
carne,
excelente
manjar.
Temprano la
mañana
abrimosle la
puerta,
y bien mandado
él
la plaza va a
buscar,
donde halla al
porquero que ha los guardar.
Pero aún es mas curioso
al caer de la tarde,
al regresar del
campo
y en las calles
entrar,
ver como cada
uno
enfila su
camino,
que le lleva
hasta casa a pernoctar.
*
Y … ¿mientras estos eventos pasaban,
los chicos donde
estaban?
Sumidos en sus
juegos
siempre cerca de
todo se encontraban.
La plaza era
lugar
ideal para
jugar:
En lo alto de la cuesta,
como veis,
han colocado la pita,
y allí una y
otra vez
la lanzan con
tesón.
Se agachan esos otros,
con las bolas
liados,
y así las horas
juegan
al triangulo o
al guá.
A veces –ahí se ven-,
se inclinan por
el futbol,
y mueven el
balón o la pelota
para marcar su
gol.
De pronto
alguien avisa:
¡Los dos
municipales!;
quedó la plaza
sola.
-Manolico y
Amancio:
Hoy no cogísteis
bola.
*
Recordaréis amigos queridos,
que los municipales,
ponían gran
tesón
para lograr
quitarnos
el preciado
balón.
**
Pero ved mas escenas de los juegos
que en la plaza
vivíamos los chicos:
esos al marro
juegan,
con urda corren
estos,
con el tejo o la
comba están aquellas;
laco, máisa,
Sevilla, remo, rulo,
vinagrera,
cuatro esquinas, la zompa,
lillo palillo,
cangreje, los santos,
un pez y navegar
…
¿Ahora? Diría
que juegan a nada:
¡con whatsApp y la Play, haba contada!
*
Pasamos ahora a observar
-la plaza por
magnífico escenario-,
el toreo de
vaquillas,
festiva
diversión del vecindario:
mirad bien ese
astado
que sin permiso
ha entrado en la posada,
y con gran
regocijo,
saca una colcha
en cuernos enganchada.
*
¡Ay, ay, ay, que lo pilla!
¡Qué poco le faltó!
Gracias que
anduvo listo
y al agua del
pilar se zambulló.
*
Ese que corre y salta la barrera
huyendo del
astado,
ese, es Tomás
González,
de gran casta
torera.
Vemos otro que salta a la garrocha
por encima del
descomunal bicho,
y ese joven que
quiebra a la vaquilla
y deja al animal
en entredicho.
Y como esos hay mil, ¡todos igual!;
que la gente de
Siles
es de suyo
torera,
y la fiesta es
para ellos un ideal.
*
¿Qué decir de aquellos prolegómenos
que al otro lado
de la pestillera,
se organizaban
colocando sillas
que eran nuestro
anfiteatro de primera?;
y mientras nos
comíamos los “torraos”
que vendían los
padres de Josete,
veíamos las
vaquillas “encantaos”.
*
Festejo de alegría
y singular
solera,
al que el
implacable progreso fiero
le rebajó el
encanto –en mi opinión-,
que en la plaza
tenía,
aunque se ganara
en presentación.
*
¿Qué es esa algarabía
que se oye por
la calle?
¡Arrea, el “tío
los zancos”
seguido de
desfile original!
¡El circo está
en la plaza; qué ilusión!
¿Os venís?
¡Quiero ver la instalación!
***
Sigue la plaza siendo,
sin que haya
duda alguna,
punto de
referencia y calidad.
Cambiaron muchas
cosas,
pero hoy tiene
otras nuevas
que le dan
encanto, solemnidad.
Mirad sino esa
estampa
que llegando el
verano,
nos ofrece
coqueta
la noche al
asomar,
cuando toman el
fresco
los vecinos sin
prisa,
charlando de mil
cosas
durante el
trasnochar.
***
Y como no solamente en la plaza
las situaciones
tenían lugar,
paso a hablaros
ahora
de tantas cosas
que hay para contar:
*
¿Quién no se acuerda de las luminarias?
*
En las noches con cielo de carmín,
resultaba muy
grato trasnocha,
participando
alrededor del fuego;
absortos los
chiquillos en el juego,
conversando los
mayores sin fin,
con el alma y el
cuerpo distendidos
¡Como añoro esas
noches!
Y luego, cuando el fuego refulgente
daba paso a la
brasa incandescente,
y el ambiente
tornaba a ser tranquilo,
gustábamos de
asar aquella crilla,
que no regábamos
con un Montilla,
pero sí con vino
de los Canales,
que a Siles lo
traían a raudales,
sirviendo los
comercios de la villa.
*
¿Cómo empezaba todo?
*
Los actos por la tarde comenzaban
cuando chicos y
grandes se marchaban
-teníamos
vacaciones los chiquillos,
porque si no
haríamos “novillos”,
de modo que los
maestros aceptaban-.
Que la gente marchaba, os decía,
a la montaña en
busca de romeros,
y en el monte,
amigos y compañeros
se esforzaban en
preparar su haz,
con diligencia y
camaradería.
Haz a cuestas, antes de anochecer
volvíamos el
camino a recorrer,
y claro, por la
noche en luminaria,
ritual por San
Antón o Candelaria,
los romeros
veníamos a ofrecer.
*
Noches de magia aquellas, deliciosas,
con calles
perfumadas
del envolvente aroma
del romero,
tan agradable
como el de las rosas.
***
La noche de San Juan es otro evento
que ha quedado
sumido en el olvido;
para la gente
joven
era aquel un
pasaje muy querido.
Las chicas esperaban ese día
con la ilusión
de que el que les gustaba,
cuando la oscura
noche se cerraba,
le diera prueba
de que la quería.
*
Resultaba bastante complicado
conseguir rosas
en aquellos años;
mas, con gran
interés
buscábamos por
uno y otro lado,
en los rosales
de los aledaños.
Obstáculos y setos sorteando,
era raro el
lugar en aquel día
al que no
terminábamos llegando.
¡Qué trabajo
costaba! ¡Madre mía!
Cuando
la claridad no acompañaba,
casi a tientas
abriendo bien los ojos,
el que más y el
que menos se afanaba
en conseguir su
ramo
de rosas
primorosas,
que luciría la
mujer que amaba.
*
Mas no solo era aquel ramo agradable
lo que en
aquella noche se ofrecía;
también había
cosas
no del gusto de
quién las recibía:
A aquella que alocada mas bien era,
le colgaban una
rama de higuera;
y la que por
alegre se excedía,
con sarmiento de
parra amanecía;
para las
“rotenmeyer” hueso había.
*
Preciosa noche aquella de San Juan
de amor y de
ilusiones saturada;
como otras cosas
más
por todos fue
olvidada.
***
¿Hacemos un somero recorrido
por las calles
de Siles,
recordando lo
desaparecido
que ha quedado
sumido en el recuerdo,
o lo que es
peor, en el olvido?
*
Pienso ahora en la fuente de dos caños
que adornaba la
calle Los Mesones
allá en el Carrascal;
a donde, como en
la Plaza pasaba,
a recoger el
agua se acudía
con cántaros y
cubos, cada día.
Un símbolo para
aquel barrio era.
¡Qué lástima que
desapareciera!
***
Para regar las huertas
que se
encontraban en el casco urbano,
el agua de la
fuente del Concejo
surcaba por las
calles,
los días
calurosos del verano.
Aquello era una fiesta:
Como el agua la tenían a mano
pasando por las
revestidas zanjas,
las siempre
laboriosas mujeres
y mucho
vecindario,
se afanaban en
friega de somieres
y de otro
mobiliario.
*
Los niños festejábamos el día
preparando
nuestros barcos de concha,
y del cole al
salir,
iniciábamos
larga singladura
por todo el
acueducto,
con final en la
desembocadura,
donde el agua a
los huertos se metía.
*
*
En la Cuesta el Colegio, en los poyatos,
pasábamos los
chicos buenos ratos
jugándonos los
santos o tebeos;
detrás en el
rincón
ante la tienda
de José Canales,
al salir de la
escuela se juntaba
un montón de
zagales,
que pasaban la
tarde entretenidos,
siempre ajenos a
lo que les rodeaba.
***
Otra cosa que trae grato recuerdo
de las cálidas
tardes del verano,
es aquel hombre
de baja estatura,
que llevaba
garrafa de la mano,
y que gritando
por cualquier esquina,
sus helados
vendía con frescura:
¡Mantecado
helado! ¡Al rico chambi!
Machaco fue
simpática figura.
*
Algún otro sileño pintoresco
podemos
recordar:
Muleras, malvavisco nos
vendía,
Eugenio, las sardinas
pregonaba,
la abuela Plina nos
enjalbegaba;
el Cuervo, las sartenes nos
hacía;
la Rita, paloduz nos
ofrecía.
***
Con el auge de la televisión
se cerraron los cines de los pueblos.
¿Recordáis la
gente amontonada
en la taquilla
del cine Principal
para lograr
entrada,
porque no
había nadie que pudiera
organizar una
cola ordenada?
*
¿Y el poco civismo de los jóvenes
que a tope el
“gallinero” lo llenaban,
que cuando a
veces se cortaba el cine,
sin calma
protestaban,
y en el suelo de
tablas pataleaban?
*
Al descanso, salíamos a comprar
de aquellas de
la bola una gaseosa;
o, en la tienda de María Narciso,
pipas o
cacahuetes,
que era algo muy
preciso.
***
Y para terminar
dejo el cine
pasándome a la feria:
*
Algo que deparaba buenos ratos
y que con
añoranza se recuerda,
eran los animales
en la cuerda
y el estira y
afloja de los tratos.
*
Ramonet, genial, hacía su Agosto,
vendiendo con su
charlatanería;
la gente a sus
palabras sucumbía,
y muchos, con
más o menos costo,
un buen lote de
mantas conseguía.
*
Entonces no pasaba como ahora
que cada jueves
tenemos joyero;
en la feria
venía Diego Mula,
que era de los
feriantes el primero
y traía la joya
encantadora
y el reloj más
certero.
**
Las cosas cambian sin contemplaciones:
Ramonet por el
cielo está vendiendo,
allí está
Cascabel fotos haciendo
y Diego Mula va
engarzando estrellas.
**
Ahora nuestra feria ha variado mucho,
totalmente
distinta, al parecer;
en la carpa se
ofrecen nuevas cosas
y no se echa de
menos lo de ayer:
Nos canta Leo Rubio
ó Cristina Romera,
y nos baila el
genial Grupo San Roque
folklore de
primera.
*
Y es que el duende festivo no se acaba;
mejor, cada año
se rejuvenece.
*
Mientras, Siles, acogedor ofrece
una franca
hospitalidad sin traba,
que todo el que
aquí llega se merece.
***
Y me despido amigos:
¡Que paséis días
inenarrables
y que gocéis con
las cosas nuestras,
que son
incomparables!
*
No falten vivas, como colofón:
¡Viva nuestra
Virgen de la Asunción!
¡Viva nuestro
San Roque,
muy querido
Patrón!
¡Que vivan
nuestras fiestas!
*
¡Viva Siles, de
todo corazón!
13 de Agosto de 2014
Genito.