Negros nubarrones
trocaron el día en noche cerrada;
raíces de fuego, serpientes de luz,
el cielo encendían;
tronaba la tierra –fragor infernal-,
temblaba mi alma.
Las fuentes del cielo manaron copiosas;
y luego … la calma.
Con miedo primero y mandando luego,
se abrió paso el sol, dorado, radiante;
las gotas de agua
que, sobre las flores,
cual frágiles perlas
belleza les daban,
brillaron heridas por los claros rayos;
el débil insecto
que quedó parado debajo de un lirio,
mientras diluviaba,
comenzó a moverse con aquel raudal.
A todo dio vida el magno torrente
de luz y energía bello y singular.
A veces mi vida vive tempestades
sumida en las sombras,
que me hacen sufrir;
son momentos tristes que yo no controlo,
cual los elementos de un entorno hostil.
Dios es mi refugio, El me da la paz.
El Sol que me alumbra;
la Luz serena de cada amanecer.
Genito
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