lunes, 30 de diciembre de 2013

ROMANCE DE LOS ACEITUNEROS (Poesía)

     Hace unos días publiqué una poesía relativa a la recolección de la aceituna. Continúa con gran animación una campaña que por la abundante cosecha, promete ser larga.
     Aquella poesía la he cambiado casi completamente y hoy os la ofrezco. Las voy a conservar las dos, aunque esta me gusta más.

     

   Cruda mañana de sol,

se congelan las palabras,   

un ajetreo que es vida

inunda calles y plazas.

 

   Salen los  aceituneros,

héroes fornidos, de casta,

manos curtidas de vientos,

mil pesares a la espalda.

 

   La tarde  del día anterior,

-quijotes con arrogancia-,

se prepararon al duelo

cual si velaran sus armas;

y ahora en el amanecer,

insensibles a la escarcha,

surcan caminos helados,

blancos de la  madrugada.

 

   Al llegar al olivar,

mar de troncos, mar de ramas,

como valientes soldados

el armamento preparan,

listos para la pelea

que enseguida les aguarda,

contra gigantes preñados

de aceitunas y esperanzas.

 

… Y se entabla la batalla

sin ferocidad, sin saña;

en el fragor de la lucha,

del árbol su sangre mana,

sangre de color morado

que luego será dorada;

paradojas de una guerra

tan real y tan extraña.

 
 
   Cuando se apaga la tarde

el campo se queda en calma,

los bravos aceituneros

vuelven al tajo la espalda,

en los olivos se escuchan

grillos herreros que cantan;

y mientras, la luna llena

cual una novia, sin mancha,

llena la noche de luz

con sus destellos de plata.           
 
                                   
                                                   Genito.
 

 

                                   

 

 

 

 

 

viernes, 27 de diciembre de 2013

MIS FOTOS (10) PANTANO DEL TRANCO

Balcón al Pantano del Tranco.
 
El Pantano del Tranco, cayendo la tarde.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

RINCONES DE SILES (7) ARCO E IGLESIA, DE NOCHE.

Arco de la Iglesia

Iglesia. Puera principal

martes, 24 de diciembre de 2013

BELEN VIVIENTE, 2.013 (Siles, mi pueblo)

Belén viviente de Siles, 2013

Otra escena el Belén viviente

miércoles, 18 de diciembre de 2013

SILES, ¡CASI NA! Rípios


   Siles es pueblo serrano,
mejor entre los mejores;
laborioso y apacible,
solaz de sus moradores.

   Rincones encantadores,
la calidad de su gente,
su  fama de acogedor …,
son un influjo en la mente
del curioso visitante,
que a veces de paso llega,
y, prendado de sus cosas,
tal vez por siempre se queda.

   El Parque de la Glorieta,
su Paseo incomparable,
sombreada Plaza del Agua,
la “Peña”, tan agradable;
El Puntal, Las Acebeas,
Calarejos, chico y grande,
Camping de la Canalica:
¡qué panorama se expande!.

   Fresnedilla, El Saltador,
El Rayo, Navalespino …,
¡bellezas inigualables
a lo largo del camino!
              
   Espléndidas alboradas,
presagio de un sol radiante,
que el espíritu enaltecen
y animan al buen talante.

   Luego, “liga” cotidiana,
con cerveza o un buen vino;
y tras de la sobremesa,
la partida en el Casino.

   Los confortables paseos
a San Roque o al Legío,
cuando remite el calor
en las tardes del estío.

   Atardeceres de encanto,
que con gusto compartimos
en el Maxi, en el Mesón
o el Camping Rio los Molinos.

   Las charlas de trasnochada,
con amigos o vecinos,
en tanto se toma el fresco
o nos sirven unos vinos.

   Las noches de La Glorieta
de la juventud sileña,
feliz sin preocupaciones,
mientras con amores sueña.

    Amalgama de contrastes,
difíciles de igualar,
que en nuestro Siles se palpan,
haciéndolo singular.
                 
   Todo eso es Siles, amigo;
así es esta noble tierra;
bien merece el sobrenombre
de “Capital de la Sierra”.

   Ven a vernos cuando quieras;
lo vivirás, ¡y en qué modo!.
como nuestro eslogan dice,
es “para vivirlo todo”.

                                                            Genito.

 

sábado, 14 de diciembre de 2013

REFRANES QUE SON CORRIENTES EN SILES, (2) (SILES, MI PUEBLO)

- A lo hecho, pecho
- A los tontos y a los chiquillos, por donde les da.
- A mal tiempo buena cara
- A ojo de buen  cubero
- A otro perro con ese hueso
- A perro flaco todo son pulgas
- A quién Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
- A rey muerto, rey puesto
- A rio revuelto, ganancia de pescadores
- Afortunado en el juego, desafortunado en amores.

                                                        Genito
 

 

miércoles, 11 de diciembre de 2013

HONESTIDAD (Cuento)


Aquel 22 de Diciembre, amaneció lluvioso. Elena se había levantado temprano, como cada mañana, levantó y dejó preparada a su madre, y, después de arreglarse, se encaminó hacia la ciudad, donde, hasta medio día, trabajaba en la casa de la señora Micaela.

De paso por el Café de Levante, entró, siguiendo su costumbre de cada día, y se tomó la tostada con aceite y tomate, acompañada de un vaso de leche, que, María, la cocinera, le preparó nada más verla.

Era tan agradable Elena, y les había caído tan bien a Marisol y María, las empleadas del café, que el desayuno no le faltaba nunca. Claro que, ella bien sabía agradecerlo, echándoles una mano, cuando hacían la limpieza extraordinaria cada semana.

Con un ¡hasta mañana!,  se despidió de María. Cuando se dirigía hacia la puerta, vio asomar un papel por debajo del felpudo, y, la curiosidad le llevó a cogerlo. Era un décimo de lotería de Navidad. Instintivamente se lo guardó, y salió del café.

Mientras caminaba, el cuento de la lechera empezó a aflorarle en la cabeza: -Le iba a tocar el gordo, pensaba; y, con el premio, lo primero que haría, sería comprarle a su madre una silla de ruedas. Podría comprarse una casa, mejor que la que tenían ahora, la vieja y mal acondicionada de la aldea;  y, a su hermano –que estaba en el paro-, le daría para que se instalara en un taller, como autónomo. Además, su madre, (el padre había fallecido hacía unos años), que, cuando ellos se marchaban, se quedaba sola, podría estar atendida por una asistenta;  y, en su casa, todo sería felicidad.

Llegó a la casa de la señora Micaela y, lo primero que hizo, fue poner la radio, para oír el sorteo; aunque la verdad era que, enfrascada en limpiar y preparar la comida, para que todo estuviera listo cuando llegara la dueña, ni se enteraba de los premios; pero, la cantinela de los niños del sorteo, era una música de fondo que le agradaba.

Terminó la faena poco antes de que llegara, y, con su acostumbrado ¡hasta mañana, señora!, se despidió un día más.

Al pasar nuevamente por el Café de Levante, recordó su décimo y se le ocurrió entrar a preguntar por el número del gordo.

Le llamó la atención enseguida, el grupo de personas que, sentadas en el “Rincón de las Letras”, hablaban algo nerviosas y preocupadas: Les había tocado el premio gordo, en uno de los décimos que jugaban entre todos (cada uno había aportado uno al fondo), y no lo encontraban por ninguna parte. Unos le echaban la culpa a los otros, pero, lo cierto era que el décimo se había extraviado.

Preguntó a Marisol por el número del gordo, y pasó al servicio para, a solas, comprobar su décimo. ¡Era el premiado!, tal y como se había figurado, desde que presenció el debate de aquellos clientes del café.

Se lo guardó, y salió dirigiéndose a la calle; esta vez sin despedirse.

-¡No lo entregaría!; en su casa hacía mucha falta el dinero, y, en cambio, a aquellos señores, lo que les tocaría al repartir, no les iba a solucionar nada.

Cuando llegó a su casa, no contó nada, porque eran miles los pensamientos que le pasaban por la cabeza. Besó a su madre, se cambió de ropa, y se fue a dar una vuelta por las calles de la aldea. Esta vez, más que a pasear, se fue a seguir rumiando el tema que le preocupaba.

-¡No lo entregaré!, se repetía; pero no terminaba de convencerse.

Así pasó la tarde y, con un fuerte dolor de cabeza, se acostó pronto, una vez hubo dejado en cama a su madre.

Apenas había cogido el sueño, cuando unos fuertes golpes, aporraceando la puerta del dormitorio, la despertaron. Abrió y se encontró con un grupo de clientes del Café de Levante, que, armados con tenedores y cucharas, le increpaban para que devolviera el décimo que les había robado. Retrocedió hacia la cama, buscó debajo de la almohada y, cuando se volvió para entregárselo, habían desaparecido. Asustada,  se volvió a dormir.

Se levantó antes que de costumbre, después de haber dormido bien poco, con la decisión de ir al Café de Levante a entregar el décimo. ¡No podía aguantar la situación de preocupación que le embargaba!.

Tras despedirse de su madre,  dejándola en su silla,   en compañía de su hermano -que siempre andaba haciendo algo por la casa, pero pendiente de ella, para ayudarle en lo  que necesitara-, se dirigió a la ciudad.

Había muy poca gente a esas horas, en el Café de Levante. Llamó a María y Marisol, les contó su odisea, diciéndoles también lo que había pensado hacer con el dinero, y les entregó el decimo, correspondiéndole cada una con un beso. Llamaron ellas a Aparicio, el jefe, le contaron lo ocurrido, guardó él el documento premiado, y se deshizo en elogios para Elena. Ella desayunó, como cada día, y, cuando salió a la calle, iba pletórica de satisfacción.

Cuando a medio día llegó a su casa cantando, su madre y su hermano, que la habían notado muy extraña el día anterior, intercambiaron una mirada de felicidad.

Al día siguiente celebraron la cena de Navidad, tuvieron un recuerdo para su padre, y, como Elena no tenía que trabajar al otro día, prolongaron la trasnochada más de lo habitual, compartiendo otros recuerdos.

Estaba aún en la cama,  a las diez de la mañana, cuando oyó llamar insistentemente a la puerta. Se asomó por la ventana y se llevó una agradable sorpresa, al ver allí a María y Marisol, acompañadas de Mari, cliente del bar e integrante de la Peña de la Lotería,  con un  gran paquete. Se arregló un poco, rápidamente,  y bajó a recibirlas.

Pronto comprobó que en el paquete traían una silla de ruedas; le dijeron que un empresario, cliente del Café, quería contratar a su hermano; y, lo más importante por su valor económico, costeadas por todos los integrantes de la Peña, pronto iniciarían las obras de acondicionamiento y mejora de la casa.

Unas lágrimas de emoción rodaron por sus mejillas, mientras que su pensamiento volaba agradeciendo.   
                                                                                        Genito.                                                      
 

domingo, 8 de diciembre de 2013

REFRANES QUE SON CORRIENTES EN SILES, 1 (SILES, MI PUEBLO)

He aquí una relación de refranes que son corrientes en Siles. Colocados por orden alfabético, los voy a ir poniendo de vez en cuando:

- A buen entendedor con pocas palabras bastan
- A buena hambre no hay pan duro
- A buena hora mangas verdes
- A caballo regalado no se le mira el diente
- A Dios rogando y con el mazo dando
- A grandes males grandes remedios
- A la cama no te irás sin saber una cosa más
- A la vejez viruelas
- A las diez en la cama estés; mejor antes que después
- A las palabras se las lleva el viento

                                       Genito.

lunes, 2 de diciembre de 2013

LOS ACEITUNEROS (Poesía)


    Del noble pueblo serrano,

despertando la mañana,

salen los aceituneros,

colosos de rancia casta.

 

   Los caminos que vivieron

apagados hasta el alba,

lucen ahora encendidos,

llenos de animadas charlas.

 

   El frío es muy intenso,

el campo brilla de escarcha,

los olivares se pueblan

de ardientes lumbres; de llamas

que al dios Bóreas ahuyentan

suavizando la jornada.

 

   Una lucha desigual

con los olivos se entabla;

indefensos y pacientes

son acosados con armas;

armas que solo son palos,

palos cual si fueran lanzas.

 

   Y deja el árbol su fruto

soltando sangre morada,

en un gesto de grandeza

de voluntad y prestancia.

 

   Cuando se oculta la tarde

la contienda se relaja;

el guerrero deja el campo

donde vivió la batalla;

la luz que a las verdes hojas

sacó destellos de nácar,

conforme se marcha el día

se difumina y se apaga.

Y un manto de noche oscura,

noche con luna de plata,

cubre el inmenso olivar

que queda en silencio y calma.

 

                                                 Genito