Hartos de pasar
penurias y penas,
deciden partir
un día cualquiera,
con la mente puesta
en el “paraíso”
de una nueva tierra;
tierra que les dé
lo que tanto anhelan,
trabajo, calor
y una vida plena.
Y con su constancia
el trabajo encuentran,
no siempre calor,
y su vida, deja
mucho de acercarse
a la que ellos sueñan.
Y es que allá a lo lejos
en su amada tierra,
girones del alma
pacientes esperan;
y por eso todos
luchan por doquiera
por lograr un día
acortar la espera.
Mentes engañosas
dicen que aquí llegan
a quitar el pan
a la gente nuestra;
y ese no es el caso:
En esta mi tierra
de los verdes pueblos
-la tierra jaenera-,
con mares de olivos
que son su riqueza,
son la solución
para la cosecha;
porque los nativos
-esos que se quejan-,
son insuficientes
para recogerla
-o tal vez desisten
de la dura faena-.
¡No quitan el pan;
riqueza generan!
Genito.
¡Qué alegría volver a leerte después de tanto tiempo! Un aplauso bien grande para tu poema.
ResponderEliminar¿Me quieres decir quién eres?
ResponderEliminarSoy Ramón, no sé por qué ha salido eso de uno, trino y plural, se puso automáticamente.
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